Dia de libertad
Anoche soñé con una vieja amiga. Una imagen tan intensa del pasado suele hacerme sentir bien. De repente volvía a estar con ella, volvíamos a tener una de esas tardes maravillosas de hace diez años metidas en la habitación de una de las dos, hablando de nada, riendo de todo. Todo eran sueños, todo eran sentimientos y pocos hechos llenaban nuestros recuerdos. La ropa, los pósters, las cortinas las colchas, coloreaban la habitación de paredes amarillas (curiosamente a mi amiga, actriz, el amarillo le producía una aversión supersticiosa). Y ella y yo, sentadas en la cama, compartíamos una parte de nuestra juventud que siempre recordaré.
Me he despertado feliz, con la sensación de que no era un sueño. He desayunado y, mientras, he visto Caótica Ana.
No voy a hablar de su argumento o de su técnica. Me he sentido tan cerca de la protagonista. Ana me ha hecho sentir, a través de su forma de vivir, libre. La he relacionado inconscientemente con mi adolescencia, y con mi amiga. Ha sido como soñar de nuevo, he entrado en un trance del que aún no he salido del todo.
He subido al autobús, bajado de él, entrado en el metro, salido, caminado al trabajo... en una nube de libertad y autoconsciencia que me hacía sonreir.
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