La que se viste de verde por guapa se tiene

"She had lived, we´ll say, a harmless life, she called virtuous life, A quiet life, which was not life at all (but that, she had not lived enough to know)" -Elizabeth Barrett Browning-

martes, junio 19

Uno de esos días


Tengo una amiga que desearía ser un hombre. No es lesbiana, no es masculina, de hecho es la mujer más femenina que conozco. Y estoy segura de que es precisamente ése su principal motivo.

Me he pasado la vida defendiendo que hombres y mujeres somos iguales. No ya en cuestiones de capacidad intelectual o potencia física, sino en lo que se refiere a sentimientos y a visiones de la vida. Y cada año que pasa tengo que retractarme un poco de esta opinión. Rodeada de amigos a los que conozco muy bien y de amigas con las que comparto dolores de barriga y altibajos emocionales, tengo que unirme a aquellos que piensan, como Ella, que las mujeres somos demasiado complicadas.

Lo creáis o no, hay momentos en los que el mal humor es tan intenso que no puedes controlarlo, no es cuestión de pararte, pensar en lo que te está pasando, y solucionarlo. No es una crisis que dure lo suficiente como para entenderla. Dura horas. Dura días en los cuales hay horas de alegría y horas en las que crece un intenso deseo de matar. Lo juro, he llegado a golpear la pared, como en las películas (no lo he hecho con los nudillos, claro, sino con la mollita lateral de la mano).

Pero la dificultad no reside en estos momentos de odio irracional. Se puede vivir con ello (esos dias se queda una en casa, no contesta al teléfono y ya está). El mayor problema es ese runrun que tenemos en la cabeza a todas horas: tengo que hacer esto y lo otro, qué pasa si no consigo esto, qué pasa si tal, qué pasa si cual...

No digo que los hombres no tengan preocupaciones, pero la capacidad de concentración en ellas es mínimo. Puedo estar semanas pensando en una solución para un supuesto problema, mis amigos se olvidan del problema, y ésa es la mejor solución.

Hombres del mundo: Sé que estáis orgullosos de ser hombres y me parece estupendo. No es que tengáis ningún mérito, pero indudablemente tenéis la vida más fácil, y no por cuestiones de machismo empresarial (que también, pero no voy a entrar en eso, no es eso de lo que hablo) sino por que nosotras mismas nos complicamos la nuestra.

No soy como mi amiga, no quiero ser un hombre. Encuentro que mi forma de ser tiene muchas posibilidades, y procuro utilizarla para el bien (a pesar de algunos objetos de valor sentimental rotos en mis horas de furia más trepidantes), pero no voy a negar la evidencia. Somos lo peor.