La que se viste de verde por guapa se tiene

"She had lived, we´ll say, a harmless life, she called virtuous life, A quiet life, which was not life at all (but that, she had not lived enough to know)" -Elizabeth Barrett Browning-

domingo, febrero 24

sigue el camino de baldosas amarillas

Vivimos en una época nueva, una época de incertidumbres. Las obligaciones morales casi han desaparecido por completo y las que quedan se confunden unas a otras a través de los medios. Existen tantas fuentes de información que uno ya no sabe qué es lo correcto, la mayoría de nosotros, de hecho, comprende que NO EXISTE UN CAMINO CORRECTO, sino que cada uno te lleva a un lugar diferente.
Hay quien elige no ver esta variedad, quienes se centran en un sólo camino, el que, por influencia, han tenido más cerca, que es más fácil de tomar.
Hay quien ve con claridad todos estos caminos y elige uno conociendo perfectamente cada una de las posibilidades que se abren ante si. Mentes preclaras, personas activas y decididas que entienden cada uno de los pasos a seguir.
Otros, en cambio, no ven ningún camino, pero los imaginan. Y estas personas tienen el poder de hacer cada una de las puertas, que imaginan se abren ante sí, realidad.
Por último están las personas que, como yo, ven unos caminos, imaginan otros y son incapaces de decidir si tomar uno real o uno imaginario.
Ambos caminos están ahí, y, de hecho, no son dos sino miles. Hay que tomar una decisión y a medida que pasa el tiempo se cerrarán las puertas y cada día costará más volver a abrirlas.
Ante esta variedad a veces se siente miedo, un miedo atroz que te inmoviliza. Un pánico que te hace creer que cualquier decisión será la equivocada y te llevará a la más profunda de las tinieblas. Una vez superado el miedo se siente poder, libertad: se abre ante tí la posibilidad de hacer cualquier cosa, y si algo no funciona siempre habrá otro camino para tomar. Por último la realidad se apodera de tu visión, el camino de baldosas amarillas se convierte en una carretera asfaltada. Tus necesidades se convierten en las de la mayoría y cada vez tienes más claro qué puerta abre tu futuro. La convención, a la que tanto llamaba en mis noches de pánico, al fin se hace con mi vida.
Me puedo revelar... pero, ¿quiero?

viernes, febrero 22

Dia de libertad

Anoche soñé con una vieja amiga. Una imagen tan intensa del pasado suele hacerme sentir bien. De repente volvía a estar con ella, volvíamos a tener una de esas tardes maravillosas de hace diez años metidas en la habitación de una de las dos, hablando de nada, riendo de todo. Todo eran sueños, todo eran sentimientos y pocos hechos llenaban nuestros recuerdos. La ropa, los pósters, las cortinas las colchas, coloreaban la habitación de paredes amarillas (curiosamente a mi amiga, actriz, el amarillo le producía una aversión supersticiosa). Y ella y yo, sentadas en la cama, compartíamos una parte de nuestra juventud que siempre recordaré.
Me he despertado feliz, con la sensación de que no era un sueño. He desayunado y, mientras, he visto Caótica Ana.
No voy a hablar de su argumento o de su técnica. Me he sentido tan cerca de la protagonista. Ana me ha hecho sentir, a través de su forma de vivir, libre. La he relacionado inconscientemente con mi adolescencia, y con mi amiga. Ha sido como soñar de nuevo, he entrado en un trance del que aún no he salido del todo.
He subido al autobús, bajado de él, entrado en el metro, salido, caminado al trabajo... en una nube de libertad y autoconsciencia que me hacía sonreir.
He estado todo el día acompañada por Eva y Ana.