She´s got a ticket to ride
Se confirma lo que parecía definitivo. No es una paja mental más, sino una realidad: Ya tenemos los billetes de avión SOLO IDA. Y, curiosamente, sigo sin estar nerviosa, ni siquiera ansiosa.
De todas formas todavía queda mucho por hacer, entre otras cosas ¡Un montón de paquetes!
Es muy raro porque llevo un año deseando que llegue este momento, y últimamente en lo que más pienso no es en lo que me espera (que también, por supuesto, pero no de una forma tan obsesiva como es de suponer en mi) sino en lo que dejo detrás.
Me siento algo culpable por abandonar mi hogar a su suerte. Quién sabe si volveremos a vivir aquí, con lo felices que nos ha hecho durante nuestros primeros años de independencia. Ahora paseo por mi casa con un halo de melancolía, como si ya lo recordara de lejos. Mi salón, mi tele, mi rincón de la felicidad (parte del sofá que dibuja una sonrisa de bienestar en mi cara siempre que mi culo lo pisa). Parece que fué ayer cuando fuimos al Carrefour a abastecernos de comodidades para nuestro recién estrenado "nidito de amor". No sé qué es lo que me lleva a odiar, de cuando en cuando, tan acogedora morada. El lugar que deseé durante tanto tiempo, en el que invertí esfuerzos e impaciencias, de vez en cuando se convierte en una cárcel para mi. Y ahora, a punto de huir de mi cárcel de comodidad, siento pena, culpabilidad, siento que estoy siendo una ingrata.
Por otra parte me siento muy triste de dejar a mi perro, aunque sólo sea por un par de meses (ya que volveré a por él en cuanto pueda - en cuanto encuentre a un/a casero/a amante de los animales). Sé que le voy a echar muchíiisimo de menos y sé que él también me va a extrañar a mi (o eso dice).
Sin embargo, a pesar de toda la estabilidad física, mental, emocional y económica que pongo en juego con esta aventura... Es que me lo pide el cuerpo!
Quizá sea por haberme mudado tanto de casa durante mi niñez y mi adolescencia... es curioso, pero aunque siento apego por los sitios, a la vez siento la necesidad de descubrir otros hogares. Por otro lado, si algo he aprendido después de tantas mudanzas, es que la estabilidad emocional no dependen de una casa, sino de las personas que te acompañan, y parafraseando al personaje medio de un telefilm americano de después de comer "donde tú estés estará tu hogar".